Gerard Schwaiger renuncia a la distinción de la guía Michelin en busca de un cliente "más informal". Los compañeros, sorprendidos
Sorprende la calma que se respira en las terrazas de los restaurantes abiertos de Puerto Portals con el ajetreo del "cerrado por vacaciones" que se vive en el Tristán estos días. Ayer, sin ir más lejos, un técnico ajustaba las luces mientras el jefe de cocina sembraba unas flores. A Gerard Schwaiger no se le caen los anillos. Lo mismo cocina un menú de lujo como que desembala la nueva vajilla. Se le ve contento, con ganas de empezar etapa sin las "exigencias" de la estrella Michelin, distinción de la que por cierto, no queda ni rastro en las recién pintadas paredes.
En los corrillos culinarios de la isla, la repentina noticia de que el Tristán echaba el cierre tras 25 años de exitosa carrera causó asombro y algo de decepción. "No ha sido una decisión tomada así de un día para otro. Hacía tiempo que ya me había planteado dar un giro, cambiar", cuenta a DIARIO de MALLORCA Gerard Schwaiger, el primer chef en lograr para la isla la preciada distinción de la guía gastronómica. "Ha sido mi vida y no tengo nada malo que decir. Pero mantener durante 25 años la responsabilidad, la exigencia y el trabajo que supone, no solo ya ganar las estrellas -contó con dos durante 18 años- sino conservarlas, es muy duro. Y ahora me apetece hacer algo más informal y desenfadado", explica.
Los soledad de los pantanales de Portals durante el invierno y la actual situación económica podrían haber dado la puntilla al Tristán, pero su chef no lo ve una excusa. "Claro que hay crisis y que la alta cocina también se resiente pero en la isla hay buena clientela". Uno se pregunta, entonces, el por qué a esa renuncia. "Salgo a pescar con mis amigos y ellos ven el Tristán como algo de otro mundo, no como el suyo. Y no puedo consentir que esto sea así. Mi cocina seguirá siendo como es, pero mucho más accesible. Quiero que los mallorquines la conozcan", responde. Para ello, el cocinero alemán apostará por una carta en la que los mariscos y los pescados de la tierra serán protagonistas, así como los productos ecológicos. Y todo sin subir los precios que ya estaban establecidos en el Bistró, que a partir de la próxima semana ocupará la terraza del antiguo Tristán. El nuevo local, bautizado como Tristán Mar, abrirá sus puertas en marzo. "Francamente, me hace muchísima ilusión".
Contrasta la alegría aparente de Schwaiger con la decepción con la que su colega Fernando Pérez-Arellano, del Zaranda, recibe la noticia. "Es un duro golpe, la verdad es que estoy atónito", cuenta. Sin valorar o conocer a fondo las causas que ha podido llevar al Tristán a renunciar a la distinción, este joven chef madrileño con estrella Michelin en su cocina del Hilton sa Torre de Llucmajor, considera que esa renuncia es mala para la isla y su gastronomía. "Está claro que la situación actual te obliga a cambiar y a buscar alternativas pero me siento algo decepcionado. Comer en el Tristán era una experiencia muy especial". Otro estrella Michelin, Tomeu Caldentey, analiza desde Es Molí den Bou lo que supondrá para la isla esta pérdida. "Cambia el panorama gastronómico porque daba prestigio tener en tan pocos metros cuadrados tantas distinciones, pero ante todo prima la necesidad económica y ahora hay que reinventarse. No habrá sido una decisión fácil, desde luego, porque el esfuerzo para lograr un producto de calidad y atractivo muy pocas veces es recompensado".
Desde la Associació Empresarial de Restauració de Mallorca de CAEB la noticia no viene sino a confirmar la necesidad de que las instituciones políticas se impliquen más en promocionar la oferta culinaria de las islas. "Creo que es hora de plantearnos nuevas medidas para promocionar nuestra cocina. Gerard (Schwaiger) se ha mantenido en lo más alto durante mucho tiempo y no es sencillo", concluye su presidenta, Pilar Carbonell.
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