sábado, 1 de junio de 2019

Francesc Grimalt (4 Kilos): "Siempre he tenido la impresión de ser un bicho raro"

El enólogo y copropietario de la bodega mallorquina 4 Kilos cree que es genial que los vinos naturales hayan tenido éxito en cuestionar algunas cosas que no hace mucho eran fundamentos de vino de piedra.
 Francesc Grimalt
Francesc Grimalt (Felanitx, 1972) es enólogo y copropietario, junto con Sergio Caballero, de 4 Kilos Vinícola., una de las bodegas más importantes de Mallorca. Tomó el camino del vino cuando las vides estaban siendo arrancadas por toda la isla. A contrapelo. Fue uno de los creadores de Ànima Negra, el vino más internacional de Mallorca. Él dice que siempre ha tenido la impresión de ser un bicho raro que, de niño, disfrutaba viendo los bombos que se llenaban desde los barriles. Ahora hace vinos especiales, como son su imagen, su presentación y su filosofía. A través de una estética muy moderna y muy inusual, que rara vez se ve en la industria del vino, habla de respetar la tierra, la sostenibilidad y cuestionar las tradiciones sin perderlas de vista. Sus vinos se venden por igual en Mallorca, el estado español e internacionalmente: Australia, Perú, California o Nueva York, con una producción anual de 90.000 botellas cada año.
  
Sus vinos son un éxito dondequiera que vayan y su aspecto, su imagen de marca y su originalidad al presentarlos también.

Me han acusado de centrarme únicamente en el marketing y eso no es cierto. Me interesa todo el proceso, desde la vid hasta el consumidor final. Me gusta todo y quiero ser personal en todo. Miro el mundo y hago las adaptaciones necesarias de las cosas que me interesan.

¿Un vino singular es un éxito?

No vale la pena empezar si haces lo mismo que todos los demás. Los otros ya lo hacen ... pero con matices. Si su mejor amigo se casa y usted se viste vestido de profesional, será diferente y obtendrá la atención de todos, pero se verá ridículo. Tienes que ser diferente pero de una manera elegante.
  
¿Cómo te metiste en el mundo del vino?

Cuando era niño me pareció fantástico ver cómo se llenaban las bombonas con los cubos, la espuma que fabricaba. Todo lo relacionado con el vino me fascinó. A los 16 años, cuando las viñas estaban siendo arrancadas por toda Mallorca y la Cooperativa de Felanitx estaba a punto de cerrar, fui a Madrid para estudiar enología en la Escuela de la Vid. Era 1988 y era educación vocacional. Estaba un poco en contra del grano. Siempre he tenido la impresión de ser un bicho raro. Y me sorprendió mucho la viticultura. Es realmente adictivo ...
  
Las cosas han cambiado mucho y ahora el vino mallorquín se consume con un cierto grado de normalidad. ¿Cómo se logró esto?

Sí, es cierto, pero no es un éxito mallorquín. Los alemanes fueron, sin duda, los que descubrieron los vinos y los lugareños de Mallorca. Y estoy bien con eso.

Empezaste a hacer vino hace 23 años y la industria del vino en Mallorca era completamente diferente. Ahora hay casi 70 bodegas, con un montón de grandes y nuevas. ¿Qué piensa usted al respecto?

Cuanto más, mejor. Es bueno para Mallorca tener tantas bodegas. Realmente, es genial. ¿Estamos viviendo una burbuja? Podría ser, pero es una evolución normal. No le tengo miedo. Es como cuando la gente dice que el cabernet nunca debería haber sido plantado. Creo que no fue un error. Si no lo hubiéramos hecho, ahora no volveríamos a las variedades tradicionales. Todo debe seguir su proceso. Todo es un proceso, como la agricultura ...

Agricultura...?  

Todo es un proceso. Y ahora, que ya no tenemos temporadas, el vino es fantástico porque te permite hacer esto ... Estar en contacto con el mundo real una vez más. En Mallorca hay un retorno a la agricultura. En un lugar donde tradicionalmente éramos todos campesinos. Y ahora, alrededor del 40% de su agricultura es orgánica. El mercado lo exige. Puede ser una tendencia, pero no estoy en contra de ellos si son buenos. No me importa Hacemos vinos orgánicos y no haremos nada en la bodega que se pueda hacer en el viñedo.
  
qué significa esto exactamente?

Que si conseguimos tener muy buenas uvas, nuestro vino necesitará mucho menos de nuestra intervención en la bodega. Una vez escuché a Gérard Gauby decir que los viñedos deben manejarse como bosques, en su conjunto, sin separarse de todo lo demás. Es básicamente una cuestión de equilibrio. Soy un entusiasta del judo y el equilibrio es esencial. Si lo pierdes, te caes, y pasa lo mismo con el medio ambiente. Se debe mantener el equilibrio porque de lo contrario algo se dañará o dañará Si vinculas la enología y la rentabilidad y la presionas demasiado, las cosas no van bien. Las superproducciones no funcionan. ¿Por qué funciona la biodinámica? Porque reduce el rendimiento y hace que las plantas tengan más defensas y mejores resultados.

   
Reducir la intervención es una tendencia. Incluso al extremo, como en los vinos naturales. ¿Qué piensa usted al respecto?

No producimos vinos naturales. Producimos motores, que no tienen sulfitos, pero no es un vino natural. Hay buenos vinos y hay algunos que no lo son. Tanto naturales como tradicionales. No me gusta que el proceso sea usado como una excusa para fallas. El vino debe ser bueno. Dicho esto, los vinos naturales lo han cuestionado todo. Todo. Incluso el color Y esto es genial! Han causado un terremoto y nos han hecho repensar todo. Me encanta. Desde que empecé a hacer vino, este podría ser el mejor momento. Hoy en día, el mundo del vino es como un circo de tres anillos con todos los espectáculos posibles, ¡incluso hay strippers en él!
  
Disfrutas lo que haces ...

La vinificación es adictiva, es un elemento de placer y su fin es disfrutar. El vino se detiene fuera del tiempo. Una botella de vino se queda donde está. Cuando tomas vino de hace muchos años y te das cuenta de que todo este tiempo ha pasado, o cómo era el mundo en el momento en que se hizo, ¡es increíble! Han ocurrido mil cosas y han estado allí, haciendo lo suyo dentro de una botella, ajeno a los cambios políticos, por ejemplo. Por supuesto, hay vinos alsacianos que eran alemanes en el momento en que se produjeron y ahora son franceses ... ¡Es genial! ¡Es fantástico!

Que te gustaría hacer?

Me encantaría hacer vino de barril y que la gente viniera a mi casa para llenar sus bombonas y cosas por el estilo. Realmente me encantaría. Algunas personas me preguntan "¿por qué no lo haces?" La verdad es que no lo sé, pero me encantaría.

viernes, 8 de marzo de 2019

El vino está de moda.


El vino está de moda


Las hectáreas de viña en producción aumentaron un 1,92% durante el pasado 2018.

Las hectáreas de viña en producción aumentaron un 1,92% durante el pasado 2018.

05-03-2009 | Ultima Hora
El vino está de moda. En Mallorca proliferan las bodegas de nueva creación, aumentan las hectáreas sembradas de viña -muchas aún no están en producción- y la apuesta por la calidad ha convertido el vino mallorquín en un producto empresarialmente atractivo.
Durante el pasado 2018, aumentaron las hectáreas sembradas de viña, se incrementó la producción de uva y también la de vino y, aunque bajó ligeramente la comercialización, creció la facturación.
En Baleares existen dos denominaciones de origen, la DO Binissalem y la DO Pla i Llevant, perfectamente diferenciadas. Además, conviven seis Indicaciones Geográficas Protegidas (IGP):Vi de la Terra Illes BalearsVi de la Terra Serra de TramuntanaVi de la Terra MallorcaVi de la Terra EivissaVi de la Terra Illa de Menorca y Vi de la Terra Formentera. Las denominaciones de origen tienen unas exigencias estrictas, de obligado cumplimiento, pero que favorecen la producción de un vino de calidad. El Vi de la Terra, en cambio, es mucho más diverso en las variedades que pueden emplearse, al tiempo que menos exigente en la calidad. Permite, por ejemplo, la producción de más kilos de uva por hectárea. El Vi de la Terra Mallorca crece en relevancia por las facilidades que otorga el nombre a la hora de la comercialización.

La superficie de viña en producción destinada a vinos de calidad -con denominación de origen o Vi de la Terra- ha aumentado un 1,92% durante 2018 hasta alcanzar las 1.004 hectáreas. El número de hectáreas en producción ha descendido un 12% en la DO Binissalem y un 13,27% en la DO Pla i Llevant. En las dos denominaciones de origen ha descendido un 12,75%. El incremento más sustancial lo ha experimentado el Vi de la Terra Illes Balears, que en 2018 pasó de cuatro hectáreas a 135, un 3.1245% más. En total, la superficie en producción de Vi de la Terra se ha incrementado un 14,52%.
La producción de uva durante 2018 fue de 9.907.718 kilos, con un incremento del 21,39% respecto al año anterior, si bien ha de considerarse que 2017 fue un año especialmente malo. La DO Binissalem ha aumentado un 3,21% la producción de uva, alcanzando 1.611.053 kilos, mientras que en la DO Pla i Llevant, con 2.423.676 kilos de uva, se ha incrementado un 10,85%. En el conjunto de las dos denominaciones de origen, la producción de uva ha mejorado un 7,67%. En el conjunto de los Vi de la Terra, la producción ha sido de 5.872.989 kilos, un 33,04% más que en 2017. Destaca que la producción de uva para el Vi de la Terra Mallorcafue de 4.569.098 kilos, con un incremento del 18,49%.
La producción de vino ha mejorado un 17,33% en 2018 y ha llegado a los 63.109 hectolitros. La producción de DO Binissalem fue de 10.199,19 hl, un 0,72% más que el año anterior, mientras que la de DO llegó a los 16.211,35 hl, con un incremento del 9,59%. En total, la producción de vino de DO ha sido un 5,99% superior a la de 2017. La producción de Vi de la Terra mejoró un 27,11%, alcanzando los 36.698 hl. Destaca, una vez más, la producción de Vi de la Terra Mallorca, que fue de 28.396,22 hl, un 12,04% superior a la del año anterior.
El vino blanco está de moda, como también sucede con el rosado en Europa. Su consumo aumenta de forma paulatina, pero inexorable. Durante el pasado 2018, la producción de vino tinto fue de 26.495,2 hl, un 12,45% superior a la de 2017. La producción de blanco fue ligeramente inferior, 26.266,35 hl, pero con un incremento del 50,13%. La producción de vino rosado fue de 10.347,31 hl, con un retroceso del 18,73%.
La comercialización ha experimentado un pequeño retroceso durante 2018. En total, se comercializaron 49,918 hl, un 0,43% menos que en 2017. De DO Binissalem se comercializaron 8.382 hl, un 17,10% menos que un año antes, mientras que de DO Pla i Llevant fueron 14.679, un 4,92% más. En total, se comercializaron 23.062 hl de vinos con denominación de origen, un 4,32% menos que un año antes.
La comercialización de Vi de la Terra, en su conjunto, fue de 26.856 hl, con un incremento del 3,16%. Vi de la Terra Mallorca acaparó casi toda la comercialización con un total de 23.459 hl y un aumento del 3,25%.
La comercialización de vino tinto es mayoritaria. Fue de 22.275 hl en 2018, pese a descender un 11,88%. En cambio, la comercialización de blanco, 16.360 hl, experimentó un leve crecimiento del 0,44%. El vino rosado, con menos producción que el año anterior, se ha comercializado más. En total, 11.282 hl, con un aumento del 31,66%.
El vino de Baleares se comercializa fundamentalmente en las propias islas. De hecho, 38.903 hl fueron comercializados en Baleares, un 1,75% menos, de un total de 49.918 hl. Es decir, que el 77,93% de los vinos se comercializaron en Baleares. El segundo mercado en importancia es la Unión Europea, en la que se comercializaron durante 2018 7.282 hl, un 13,58% más que en 2017. Supone el 14,59% del total. En España solo se comercializaron 1.510 hl, un 5,49% menos, y un 3,03% del total. Finalmente, en otros destinos se comercializaron 2.222 hl, con un descenso del 12,22%. Es el 4,45% del total.
Pese a que la comercialización descendió levemente, el valor económico de lo vendido aumentó un 5,33% respecto a 2017. El valor de los vinos comercializados alcanzó los 36.247.159 euros, mientras que un año antes había sido de 34.412.554 euros. Desde 2008, el valor económico del vino comercializadoprácticamente se ha duplicado, pasando de 18.809.647 euros a los más de 36 millones del pasado 2018.
El Vi de la Terra Mallorca se comercializó por un total de 19.145.113 euros. El valor del DO Pla i Llevant comercializado fue de 7.800.793 euros, mientras que el DO Binissalem se quedó en 6.565.536. Destacar que el valor de comercialización de VT Illa de Menorca fue de 1.126.742 euros y de VT Eivissa 1.000.742 euros. El VT Formentera se comercializó por 269.768 euros, el VT Serra de Tramuntana por 202.968 euros y el VT Illes Balears por 135.811 euros

viernes, 22 de febrero de 2019

Burdeos: 'châteaux' de nombre achinado

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Alain Juppé, aún alcalde de Burdeos durante algunos días más, acaba de declararse inocente en el "desolador asunto" suscitado por el escritor Philippe Sollers, oriundo de la región bordelesa: varios 'châteaux' vitícolas comprados por chinos han cambiado de nombre, y ahora tienen nombres de resonancia china.
El escritor reprochó hace poco en su 'blog' al político el haber "convalidado el increíble cambio de nombre de algunos vinos del terruño".
En su carta abierta, Sollers explica que esos 'châteaux' comprados por chinos ahora se llaman Le Lapin Impèrial, Le Lapin d'Or', L'Antilope Tibétaine y La Grande Antilope. (El Conejo Imperial, El Consejo de Oro, El Antílope Tibetano y El Gran Antílope). "¿No existe ninguna forma de devolver ese vino a su fuente legítima, legitimada por los siglos?", se pregunta el escritor.
En una carta a Sollers que también ha llegado a la AFP, Juppé -a punto de pasar al Consejo Constitucional- ha elegido el humor para saludar ·el honor" que se le hace "atribuyéndome poderes que no poseo".
Escribe Juppé: "Le confirmo que no se me consultó cuando se hizo la clasificación de 1855 ni cuando sus enmiendas posteriores, ni la elección de etiquetas ni el diseño de los trajes tradicionales de las cofradías". E invita a Sollers a "seguir esta conversación con una copa de burdeos, el mejor vino del mundo".
El CIVB (Conseil Interprofessionnel du Vin de Bordeaux), por su parte, a explicado a AFP que tampoco tiene nada que ver en el asunto. "Cada cual es libre de adoptar un nombre de su 'château' que se adapte mejor a su clientela", dice su portavoz, Christophe Chateau. De un total de 9.500, 140 'châteaux' han sido comprados por chinos y "cinco oseis" han cambiado de nombre. Igual que sucedió cuando el gran constructor de aviones francés compró uno y lo rebautizó «Château Dassault».
Las denominaciones no cambian de nombre, y se seguirá bebiendo Margaux, Pomerol, Saint-Émilion...

viernes, 15 de febrero de 2019

Se subasta una barrica de vino de Toro por 177.000 euros





Lujo

Se subasta una barrica de vino de Toro por 177.000 euros

Se trata de un tonel de Termanthia, con capacidad para 225 litros, customizado por la firma Loewe, que se ha ofrecido en una de las mayores pujas vinícolas de Estados Unidos.


La Bodega Numanthia ha recaudado 200 000 dólares (177.000 euros) por una de sus exclusivas barricas de Termanthia, con capacidad para 225 litros, customizadas por Loewe, durante la subasta benéfica de Naples Winter Wine Festival, celebrada en Naples (Florida) y considerada una de las pujas vinícolas más relevantes de Estados Unidos. Se trata de una iniciativa de Naples Children& Education Foundation, que apoya programas solidarios para mejorar la vida emocional, física y educacional de niños en situaciones de riesgo. 
La Bodega Numanthia, de la denominación de origen Toro y situada en Valdefinjas (Zamora), fue la única participante española (por segundo año consecutivo) entre casi 40 bodegas de las regiones vitivinícolas más importantes del mundo, como Borgoña, Champagne, Toscana, Napa Valley o Burdeos, entre otras, y junto a bodegas como Cos D’Estournel, Krug u Opus One.
El lote en el que se vendió la barrica, forrada artesanalmente con piel de la firma de lujo Loewe, constó, además, de un viaje por España recorriendo Madrid, Zamora, Salamanca y San Sebastián, en el que, además de cenar en restaurantes con estrella Michelin, los pujadores podrán probar varias añadas de Termanthia, el vino de alta gama de la bodega.

miércoles, 30 de enero de 2019

Los productores agrupados bajo Corpinnat abandonan la DO Cava.

Gramona, Llopart, Nadal, Recaredo, Sabaté i Coca, Torelló, Huguet Can Freixes, Júlia Bernet y Más Candí son los nueve elaboradores.

Los productores agrupados bajo Corpinnat abandonan la DO Cava
Jornaleros trabajan en un viñedo del Penedès (Archivo)
Los nueve productores de cava agrupados bajo la marca colectiva Corpinnat abandonarán la Denominación de Origen Cava. GramonaLlopartNadalRecaredoSabaté i CocaTorellóHuguet Can FeixesJúlia Bernet Mas Candí quieren distinguir la singularidad de sus productos con una normativa propia donde fijan unos estándares de calidad y prestigio limitados a la llanura del Penedès.
Según ha avanzado el Ara y ha podido confirmar la ACN, no ha sido posible el entendimiento con la DO Cava para poder etiquetar sus botellas con la marca propia y al mismo tiempo mantener el nombre de cava. Las negociaciones han durado casi un año y finalmente Corpinnat ha decidido levantarse de la mesa. Fuentes consultadas prevén que la salida será efectiva dentro de poco más de dos meses.

Escollos

Limitación geográfica y controles de calidad

Los principales escollos en las conversaciones entre Corpinnat y la DO Cava han sido la limitación geográfica y los controles de calidad. Los nueve cavistas fijan una distinción geográfica para 46 municipios situados entre las cuencas del Llobregat, el Gaià, el Tous, el Carme y la sierra prelitoral fronteriza con el Garraf. Esta limitación, sin embargo, no ha sido aceptada por el Consejo Regulador del Cava, que tampoco ha visto con buenos ojos que Corpinnat quiera someter la calidad de sus productos a una auditoría independiente.
Si Corpinnat quería introducir su marca a las botellas y al mismo tiempo mantener el distintivo de la DO Cava, debía renunciar a la limitación geográfica y en las auditorías paralelas a las del Consejo Regulador. “Se nos pedía renunciar a cosas que afectan al corazón de Corpinnat”, apuntan desde el colectivo, asegurando que “el Consejo Regulador no ofrece ninguna alternativa a la salida”.

Proyecto

Sumar desde fuera de la DO Cava

“Si no es posible sumar desde dentro la DO Cava, lo haremos desde fuera”, añaden, insistiendo en que su proyecto se basa fomentar el prestigio de los espumosos a través de una normativa que marca unos estándares de calidad en aspectos como la zona de cultivo de la vid, las variedades de uva a utilizar, el precio mínimo de la uva y el proceso de vinificación.
Las mismas fuentes resaltan que el abandono de la DO Cava se hace de forma “cordial” y sin cerrar la puerta al regreso. Corpinnat presentó su marca colectiva abril de 2018 -el proyecto arrancaba con seis cavistas- anunciando que las primeras botellas se empezarían a vender en octubre. Desde la presentación en sociedad, sin embargo, se intensificaron las reuniones con la DO Cava para llegar a un entendimiento que hiciera posible las botellas etiquetadas con Corpinnat sin renunciar al concepto ‘cava’.
Bodega de cavas
Bodega de cavas (Archivo)
Las negociaciones coincidieron con un cambio en la presidencia de la DO Cava, que pasó de Pere Bonet a Javier Pagès. Los elaboradores de Corpinnat destacan que la negociación ha sido más fluida con el nuevo presidente. De hecho, Pagès anunció en noviembre la intención de modificar el reglamento de la DO Cava para distinguir subzonas de elaboración, en un gesto implícito para seducir a Corpinnat.
Los nueve elaboradores han mantenido reuniones presenciales con la cúpula de la DO Cava hasta finales de diciembre. Posteriormente, se han mantenido conversaciones telefónicas y el Consejo Regulador les hizo llegar la última propuesta en firme para permitir la compatibilidad con la DO Cava a principios de enero, pero Corpinnat la ha considerado inasumible. Los nueve elaboradores de espumosos salientes prevén comercializar sus botellas con marca propia durante la próxima primavera. Este es la segunda vez que un colectivo de empresarios abandona la DO Cava, después de que en 2014 varios elaboradores crearan la marca Clàssic Penedès, amparada por la DO Penedès.

El origen francés de la “pinot noir”


Francia es, sin duda, la patria natural de la pinot noir. De las tres grandes regiones vitícolas francesas, Burdeos, Champagne y Borgoña, son estas dos últimas las que han dado mayor prestigio y reconocimiento mundial a esta pequeña y delicada uva tinta. Su nombre permanece asociado de forma indeleble a los borgoñas  y a los champagnes más caros del mundo.
En la región de Champagne es donde está plantada la mayor extensión de pinot noir de todo el país. Y a pesar de que esta variedad sea utilizada también para producir excelentes vinos rosados y blancos, los “blancs de noirs”, que han adquirido una especial relevancia y notoriedad, su producción principal está destinada en esencia a la elaboración de espumosos. Esta uva, junto a la chardonnay y a la pinot meunier, forma el trío de variedades principal para la elaboración de los míticos champanes franceses.
A diferencia de la región de Champagne en la región de Borgoña la pinot noir está destinada a la elaboración de vinos tintos. Así ha sido desde que en 1396 Felipe II, duque de Borgoña, estableciera mediante edicto la prohibición de cultivo y vinificación de cualquier variedad distinta. Al día de hoy esta exclusividad se mantiene y todos los vinos tintos borgoñeses se elaboran con esta variedad.

Borgoña y la Côte d’Or

La Borgoña vitícola se extiende desde Chablis, al norte, hasta Mâconnais, al sur. Pero los grandes viñedos, los que han dado fama mundial a Borgoña por sus míticos vinos, ocupan una superficie mucho menor. Estos viñedos permanecen concentrados en una estrecha franja de colinas de poca altura conocida como la Côte d’Or.
Tradicionalmente la Côte d’Or se ha dividido en dos. Por un lado está la Côte de Nuits, la gran zona de los tintos, que se extiende desde el norte de la ciudad de Beaune, epicentro borgoñés, hasta llegar a Dijon; y por otro, la Côte de Beaune, al sur, en la zona meridional, que además de tintos elaboran, probablemente, los mejores vinos blancos del mundo a partir de la variedad Chardonnay.  Los grandes vinos tintos de la Côte d’Or destacan por la elegancia y riqueza de sus aromas y por su sabor complejo y distinguido. Pero a pesar de este rasgo común, es posible, en principio, encontrar rasgos diferenciadores entre los borgoñas de esas dos zonas. Se considera que los de la Côte de Nuits son vinos más firmes y estructurados, más potentes y de larga guarda frente a los de Côte de Beaune que se tienen por vinos más ligeros y suaves, más elegantes y de menor guarda. Aunque muchas veces, en la realidad, estas diferencias no sean tan marcadas.
A pesar de que la Côte de Beaune tiene el doble de superficie es en la Côte de Nuits donde se concentran los míticos “grands crus” borgoñeses. Esta exclusiva distinción es para aquellos pagos excepcionales que han sido reconocidos así desde hace cientos de años por sus singulares características y su altísima calidad. De las treinta y tres denominaciones “grand cru” existentes en toda Borgoña, veinticinco de ellas son para los vinos tintos. De éstas veinticinco denominaciones, veinticuatro se encuentran en la inigualable Côte de Nuits.

Mapa vinícola de la Côte de Nuits
Pero más allá de los muy reconocidos y localizados “grands crus” de la Cote d’Or, la región vitícola borgoñesa es de una gran complejidad. A sus cien denominaciones de origen controladas (AOC) hay que añadir un entramado inescrutable de parcelas y de propietarios distintos. El terreno se fracciona en un inmenso puzle de parcelas, cada una con su propio nombre, con una identidad propia, distintiva, en función de diversos caracteres como la exposición del terreno, el microclima, el suelo, el subsuelo…  Salvo los “monopole”, casos excepcionales en que toda la parcela o “terroir” pertenece al mismo propietario, la mayoría de esas parcelas suele pertenecer a multitud de pequeños y medianos propietarios. Y en Borgoña hablar de distintos propietarios equivale a hablar de estilos de vinificación y de cultivo de la viña distintos. Eso provoca que unos simples metros sean más que suficientes para que los vinos sean muy diferentes unos de otros.
Este laberinto de parcelas de múltiples propietarios se clasifica en diferentes categorías que vendrán indicadas en la etiqueta de la botella y servirán para distinguir quién es quién en el mapa vinícola borgoñón. Esta clasificación piramidal nos permite entender y distinguir las diferentes calidades existentes entre los tintos de Pinot Noir.
Denominación Grand Cru. Es la apelación más alta, la máxima distinción. Con ella se define, distingue y prestigia a las parcelas o fincas donde se elaboran vinos excepcionales gracias a un excelente “terroir” y al buen hacer del viticultor. Aquí figuran algunos de los nombres más míticos del mundo del vino: Chambetin, Musigny, Romanée-Contí, La Tâche… Vinos únicos que suelen presentar sus mejores características a partir de los 10 años de la cosecha y pueden permanecer en condiciones óptimas de consumo durante decenios.
Denominación Premier Cru. Vinos elaborados con uvas provenientes de parcelas concretas, perfectamente delimitadas y con nombre propio que se encuentran dentro de una denominación municipal. En la etiqueta por debajo la leyenda Premier Cru también aparece del nombre de la parcela. Su consumo suele retrasarse en el tiempo ya que, en muchos casos, evolucionarán en botella hasta los 10 años siguientes a su cosecha.
Denominación municipal. Toman sus nombres de los municipios en los que crecen sus uvas. Son imprescindibles para descubrir la diversidad que ofrece Borgoña en sus vinos. Son vinos que pueden consumirse tras su comercialización pero también pueden mejorar en botella durante al menos los 5 años siguientes a la cosecha.
Y finalmente la Denominación regional. Aquí entran los vinos elaborados con uvas recogidas a lo largo de toda la región vitícola de Borgoña. Están pensados para consumirse inmediatamente tras su comercialización.

La cepa

De las variedades de uva que existen en la actualidad la pinot noir es una de las más antiguas. Padre de otras variedades como la gamay, la chardonnay, la tempranillo o la melon de bourgogne, su carácter ancestral ha permitido mutaciones de las que han surgido la pinot gris, la pinot blanc o la pinot meunier.
Esta uva tinta es de bayas pequeñas y de color negro violáceo, de hollejo grueso y espeso, y de pulpa incolora y suave. Se caracteriza por ser una cepa de difícil adaptación al terreno y de maduración temprana. Para conseguir resultados óptimos requiere de una climatología fría incluso de regiones propensas a la niebla. El clima frío que necesita hace que las uvas pasen más tiempo en la vid y esa larga permanencia da lugar a vinos con un increíble espectro de sabores y aromas que pueden variar en intensidad y grado. Al principio incluyen aromas de frambuesas, fresas, cerezas y violetas. Y con el paso del tiempo evolucionan hacia aromas de regaliz, sotobosque, setas. La diferencia entre un buen pinot y uno pobre se encuentra en la cantidad y calidad de esos aromas.

Miquel Gelabert
Racimo de pinot noir de las viñas de Miquel Gelabert
Pero esa mayor permanencia en la vid y la tendencia de la uva a producir racimos apretados la hacen proclive a ciertas enfermedades, lo que dificulta a menudo la labor del viticultor para conseguir que la uva llegue a buen término.  Ese carácter delicado, propenso a las enfermedades, de la pinot noir fue el motivo principal del inicio de su clonación en Francia allá por 1950. Hoy la pinot noir tiene más clones que cualquier otra variedad. La mayoría de ellos han sido creados para evitar enfermedades en la vid, mejorar sus características y, también, para lograr adaptarlas a suelos diferentes a los de Borgoña. La elección del clon apropiado no es cuestión menor. En palabras de la experta y crítica inglesa Jancis Robinson: “Plantar el clon equivocado en el lugar equivocado es una de las muchas razones para la amplia variación de calidad que se da en la pinot noir dependiendo del lugar”. Más allá de la elección  continúa siendo un reto para los viticultores llevar la uva a su perfecta madurez y un desafío para los vinicultores si se quieren obtener buenos resultados.
Pese a todas las dificultades que presenta esta delicada variedad son muchos los productores de todo el mundo que han hecho de la sensible pinot noir su seña de identidad. Hoy las mejores y mayores zonas vitícolas del planeta compiten por obtener el mejor pinot noir fuera de Borgoña, su patria natural.   Desde los valles americanos de Napa en California y de Villamette en Oregón, hasta el valle de Casablanca en Chile. Desde la península de Mornington, el valle de Yarra o la isla de Tanzania en Australia, hasta los viñedos de Marlborough,  Canterbury o Central Otago en la isla sur de Nueva Zelanda.  Y claro, igual sucede en el viejo continente. Ahí están los grandes viñedos de Alemania, Suiza y Austria en Europa. ¿Y en España, qué ocurre en España?
El auge de otras variedades francesas con más tradición hizo que muchos viticultores dieran la espalda a la pinot noir en España. Quizá la excepción sea el Penedés donde, desde 1998, está permitida su utilización para elaborar cavas rosados y, desde el 2007, también para los cavas “blancs de noirs”. Pero más allá de los viñedos del Penedés encontramos dispersos por la extensa geografía española algunos viticultores que se han dejado seducir por el encanto de la pinot noir. Uno de ellos está en la isla de Mallorca, en el municipio de Manacor.

La pinot de Miquel Gelabert, Manacor

Miquel es un viticultor especial, atrevido, autodidacta, genial. Seducido por la tierra dejó su profesión de cocinero para dedicarse por entero a ella. No hay enólogo en su bodega ni tampoco variedad de uva que se le resista. Cultiva más de treinta variedades diferentes, algunas solo en experimentación, para una producción de 50000 botellas anuales. “Diez pequeñas fincas componen las nueve hectáreas de viña que producen las uvas de nuestros vinos. Cultivamos todas las uvas que elaboramos y no compramos a terceros”. Miquel no teme a las dificultades, al contrario, le gustan los retos, y de seguida aceptó el que supone trabajar con la pinot noir. En 1995, incluso antes de dedicarse profesionalmente a la viticultura, se atrevió con la  uva borgoñona y sembró 500 viñas, “estoy un poco loco”, confiesa, “aquí nunca nadie la había sembrado antes”. Y en 1998 sacó su primer vino tinto monovarietal Vinya des Moré Pinot Noir. Al poco aumentó el número de viñas de Pinot Noir y durante años “hicimos seis botas, unas 1800 botellas. Ahora solo hacemos unas 900 botellas, pero desde el 2006 también elaboramos un rosado monovarietal de pinot noir, un rosado fermentado en bota. En general la gente lo desconoce pero es más difícil elaborar un vino rosado que uno blanco o tinto. En toda España solo habrá una docena de rosados en bota. Y el año pasado hicimos nuestro primer vino espumoso con un coupage de pinot noir y chardonnay. Pero tardará años en salir, queremos que sea un espumoso de larga crianza”.
Vinya des Moré Pinot Noir
A la pregunta de por qué la pinot noir es tan apreciada en los coupages de los espumosos, Miquel no duda: “Aporta mucho aroma y volumen en boca, vinosidad, no tiene nada que ver con otras variedades más ligeras. Además tiene mucha vida. Los buenos espumosos mejoran con los años, cuántos más mejor. Los “millésimé” franceses alcanzan fácilmente los 30 o 40 años”.

Miquel Gelabert habla de la pinot noir y la leyenda borgoñesa

“La leyenda viene de los míticos vinos de Borgoña. Tienen añadas históricas y, además, las saben vender.  No se dejan influenciar por nadie, son fieles a su tradición y a su cultura. El mundo del vino cambia pero ellos siguen igual, es un mundo aparte. Por bueno y por singular.
A mí personalmente me gustan mucho los pinots noirs pero considero que para ser buenos tienen que ser muy buenos, sobre todo en Borgoña. O son o no son, y hay muchos que no son, pero repito, los borgoñones los saben vender. Y al final la gente bebe mucho por la etiqueta y no por el paladar. Es una evidencia que no todos los borgoñas tienen la calidad de las denominaciones míticas, son muy pocas las bodegas de ese nivel. Te diré algo. A excepción del 10% formado por esas excepcionales bodegas de la Côte d’Or, el resto de los vinicultores de la Borgoña, con sus vinos de 50-60 euros, en una cata a ciegas con los pinots noirs españoles de 15 euros, quedarían, casi todos sus vinos, por debajo de los nuestros”.
Con la seguridad que da ser un experto vitivinicultor de esta variedad Miquel describe, a modo de cata, las principales características de un vino pinot noir.
“Cuando son jóvenes son muy florales, tienen aromas a violetas, y también a frutas maduras como las ciruelas, las moras… y a medida que van evolucionando van ganando aromas secundarios, terciarios con presencia de torrefactos. Estos vinos tienen la vida muy larga aunque es cierto que depende de quién los haya elaborado. En general, cuando un vino empieza a verdear, alcanzando incluso tonos marrones, es que se está muriendo. El pinot noir es una excepción a esta regla. Ya de por sí es pobre de color, no tiene la intensidad de un syrah, un cabernet o un tempranillo, y con el paso del tiempo ese color se va deteriorando más, se vuelve ámbar, más marrón, pero realmente es cuando él se expresa como es, ahí saca su elegancia, su voluminosidad. Cuando un pinot es realmente bueno, especialmente en Mallorca, es cuando ya tiene años, al menos ocho o diez años. Entonces el vino se vuelve muy elegante, quizá su característica principal.  Es un vino que no tiene mucha estructura y cuando lo ves en la copa parece un vino normalito pero curiosamente en la boca tiene todo lo que tiene que tener”.
A la afirmación, arraigada entre viticultores, de que la pinot noir necesita de un clima muy frío, incluso riguroso, para alcanzar su máxima calidad, Miquel apunta:
“Casi todas las uvas para potenciar su carácter necesitan estar a temperaturas extremas, sea por frío, por calor o por las condiciones del terreno. Donde las tierras son muy normales, haces vinos normales. Concretamente allí, con el clima continental de la Borgoña, la pinot noir se da muy bien. Es un clima riguroso, con grandes diferencias de temperatura entre invierno y verano, incluso de día y de noche. Pero no es el único posible, también puede adaptarse a otros climas. Por ejemplo en Nueva Zelanda, que tiene un clima más lluvioso y más templado, con mayor vegetación, se producen actualmente pinots extraordinarios. Sus vinos son fáciles de identificar porque son mucho más frutales y más frescos que los europeos. En California, en el valle de Napa, también son muy buenos pero ya es un clima más cálido que produce unos pinots con más alcohol, más estructurados. En Australia, aunque predomine la syrah, también producen excelentes monovarietales de pinot noir. En Sudáfrica hay poco, solo en alguna región costera, en general está demasiado caliente para esta variedad”.
Miquel Gelabert: vitivinicultor
Miquel es un apasionado. De cada palabra brota la pasión por su profesión, por la viña, por la uva, por el vino. Las preguntas se hacen casi innecesarias. “De todos los clones existentes de pinot noir –continúa- hay dos muy diferenciados. Uno está en Champagne y es un clon muy productivo, hace poco grado alcohólico y es muy bueno para el champán y los rosados, incluso para los blancos. Y luego está el clon borgoñés, un clon que hace una uva más pequeña, más concentrada, con más azúcar. Nosotros aquí tenemos el mismo clon que el de Borgoña. Es originario de allá, lo trajimos para hacer tinto aunque ahora también lo utilizamos para hacer rosado y vino espumoso”.

La vinificación de la pinot noir

Un viejo debate en torno a la vinificación ideal de la pinot noir radica en la cuestión del despalillado. Algunos de los  Dominios más famosos como  Romanée Conti o Leroy no despalillen casi nunca.
“Se hacen pocos vinos sin despalillar porque si haces fermentar el vino con el raspón es necesario que esté muy maduro, en caso contrario, si está verde, aportará una cantidad de taninos muy altos. Y no siempre es posible conseguir esa madurez necesaria por falta de tiempo. Pues si dejas madurar demasiado el racimo corres el riesgo de que  la uva se pasifique antes de que seque la raspa. Si tuviéramos que decir que nuestro Vinya des Moré tiene un defecto es que tiene un exceso de taninos, si encima le diésemos los del raspón no se podría beber”.

Los viñedos de pinot noir de Miquel Gelabert
También suele comentarse en círculos vitícolas que el genio de la pinot noir rechaza cualquier tratamiento mecánico. Miquel, el viticultor, se pronuncia:
“Bueno, yo creo que no solo ocurre con la pinot noir sino con cualquier otra variedad. Nosotros vendimiamos a mano al igual que los grandes “châteaux”. A la hora de tratar la viña, de hacer prepodas, procuramos siempre trabajar a mano”. ¿Este tratamiento manual influye en el resultado? “¿Si influye? Es lo más importante de todo. El 50% de la calidad de un vino viene de la vendimia, el 40% de la calidad de la uva y el 10% del enólogo. No tenemos que colgarnos más medallas. Es así.  Lo que ocurre es que el enólogo decide cuándo y cómo se vendimia. Yo soy un obsesionado de la vendimia. Quiero  saber el punto exacto de madurez, aprovechar el momento adecuado y controlar cómo se vendimia, eso es muy muy importante. Al  racimo tienes que tratarlo, cortarlo, como si fuera para comer. No puede haber ni grano malo ni grano machacado”.
Miquel Gelabert es un vitivinicultor que mejora con cada añada, es un referente en la vinicultura mallorquina y, además, es uno de esos afortunados que ha tenido la oportunidad de deleitarse bebiendo un “Grand Cru” de Borgoña. Esos vinos míticos, de leyenda, de precios inalcanzables para la mayoría de consumidores. Vinos superlativos que provocan un goce infinito que raya el estupor. En su caso fue un magnum La Tâche del que no recuerda la añada. Con su sencillez de hombre de campo se despide describiendo la experiencia en unas pocas palabras: “Ha sido uno de los vinos que más me ha impresionado en mi vida”.
Una sensación parecida es la que debió sentir Diego Núñez, periodista y experto en vinos de Borgoña, tras la cata de un vino tinto La Tâche de 1954. Con estas bellas palabras cargadas de lirismo y sentimiento se expresó:
“¡Qué intensidad de aromas, qué profundidad de sabor, qué placer en definitiva! Era un vino mágico, un vino que transportaba a esferas transterrenas, cuasi celestiales. Dejaba en el paladar una huella imborrable, algo que no se sabía muy bien de dónde venía, pues parecía estar más allá del sol y de la tierra, del clima y de los hombres. Se trataba de sabores y aromas que había que coger casi al vuelo. Y esta suerte de sensaciones, que yo sepa, solo las puede propiciar, aunque sea raras veces, la pinot noir”.

Voz Gourmand by Jaime Vidal