miércoles, 19 de septiembre de 2012

BAR À VINS de Fábrica Moritz. (Barcelona)



BAR À VINS de Fábrica Moritz  (Barcelona)



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El complejo Fábrica Moritz sigue tomando forma. Poco a poco se van desplegando los diferentes compartimentos de este espacio multiservicios de la restauración que constituye la antigua fábrica de cerveza de Louis Moritz. A principios de octubre se inaugura la tienda de panes Triticum (Xevi Ramón me informa que acaban de abrir también en Vilassar) y para dentro de pocos meses (muy pocos) se abrirá la Brasserie en la parte baja del edificio.
Jordi Vilá me explicaba ayer  que será un restaurante que rescatará todos los grandes platos de la cocina clásica francesa y que se dará todo el protagonismo que se pueda al trabajo de sala (trinchar, flambear etc…).
Pero ayer, en la gran sala de los eventos, se trataba de la presentación a la prensa del nuevoBar à Vins de la Moritz. Un espacio que da directamente acceso a la Ronda Sant Antoni y donde se podrán degustar hasta unas 500 referencias. Albert Castellón, el director de la Moritz justificó la creación de este bar por la voluntad de democratización pedagógica de los grandes caldos por parte de su empresa. Una cervecera que, por otra parte, aboga por una cohabitación amable entre el mundo de la cerveza, por sí solo popular, y el mundo del vino, que peca a veces de un poco de petulancia y de elitismo.
Propuesta innovadora donde las haya, gracias a un revolucionario dosificador o tirador que permitirá servir caldos inalcanzables por su precio para el común de los mortales en cantidades mínimas (hasta 2 o 3 cl) pero a precios asequibles. ¿Quién no ha soñado alguna vez probar (ni que fuera en forma de cata) un Petrus?
Xavier Ayala (ex sommelier del Omm y presidente de la Associació Catalana de Sumillers), flamante director de este Bar à Vins nos explica que esto será posible gracias a este aparato que es capaz de mantener todas las propiedades organolépticas del vino para un periodo de más de dos meses.
En un Bar à Vins, lo más importante estriba en el servicio del vino pero la cocina tiene también su espacio. Así empezaron los bistrots parisinos en el siglo XIX. Sirviendo vinos que iban simplemente acompañados por cuatro platos de comida mal contados. Después la cocina iría adquiriendo tanto protagonismo que el “ Bistrot” llegó a confundirse con el concepto de “pequeño restaurante con cocina y precio populares”. Este deslizamiento semántico, como he tenido la ocasión de explicar alguna otra vez en este blog, obligó hace tal vez unos años (no sabría ponerle la fecha exacta) a crear otra palabra para volver a definir “el espacio donde el vino tiene el protagonismo y la cocina aparece como complemento subsidiario”. Fueron Wine Bar en el mundo anglosajón y Bar à Vins en Francia.
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